Salvador. Seguramente les diría todo lo que Pedro les había dicho a sus oyentes en el día de Pentecostés y después. El pueblo creyó, no sólo a Felipe, sino también la verdad que él predicaba. Creyó en lo que decía acerca del reino (gobierno) de Dios; creyó en el nombre (poder y autoridad) de Jesús; aceptó lo que Felipe dijo acerca de la obra de Cristo, como Salvador y Señor crucificado y resucitado. Entonces se bautizaban tanto hombres como mujeres. Finalmente, hasta el mismo Simón creyó y fue bautizado.
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